
Hoy es de esos días que me molesta que me llamen por teléfono, que me pidan favores, que me cuenten sus problemas o que me pidan consejos. No es que no quiera existir, simplemente no quiero existir para el resto, sólo para mí...a ratos no quiero compartirme con nadie. Caminar por la calle y que nadie note que paso por ahí, en las clases que nadie se de cuenta que estoy sentada adelante, despreocuparme de qué le puedo parecer a la gente. Sentarme en una banca, arroparme, fumarme un cigarro mirando las hojas que caen de este atoño que se niega a llegar y escuchar read my mind de The Killers que me hace querer llorar las cien veces al día que la escucho. Me gustaría que el resto se diera cuenta y lo entendiera, porque no puedo decirlo ni avisarlo, es demasiado grosero para explicar y muy egoísta para esperar que lo entiendan. Amo a la gente que me rodea, pero simplemente, algunos días el amor por mi soledad es más grande. Me gusta cerrar los ojos y creer que hago las cosas que realmente quiero, no las que quiero creer que quiero y eso lo pudo lograr sólo alejándome del resto. Pensar que acabo de salir del colegio, voy a entrar a estudiar cine o historia del arte, me voy a comprar mi moto Lambretta de los 60's y cada vez que quiera comprarme un vinilo lo pueda hacer. Pero después me llegan los miedos, se supone que me gusta sociología y cs políticas las que terminaré estudiando no en una estatal como quiero, la pega que consiga no sea tan buena como para comprarme una moto ni para arreglar el tocadiscos y escuchar los vinilos. Llego a ese punto donde me aterra estar sola, porque puedo terminar hiriéndome, matándome mis propios sueños y lo último que querría perder ahora son mis fantasías, vivo de ellas, me levanto por ellas en las mañanas, me deprime ver que ya nadie vive de sueños, y me deprime ver como ya me enseñaron a matar los míos. Pero por eso tengo este blog, para desahogarme, sacarme el peso de los hombros y seguir con mi vida regular. Es como sacar la cabeza a la superficie por unos segundos y volverme a sumergir. Por cierto, no viene al caso, pero ojalá que Mafalda fuera real.