Más feliz

Esa rubia, probablemente teñida señora que mira a todos sobre su hombro, habla con tono altanero mientras camina, empuja los hombros de la gente esperando a que el sujeto se corra, porque ella jamás y le importa poco si a alguien se molesta, porque claro, todos son menos que ella, esa señora tiene varias cuentas que pagar, no monetarias, sino con la vida. - No tengo tiempo para perder contigo. le dijo a la cajera de la libreria, donde acababa de comprar unas colecciones de libros "fabulosas", ilustradas, que combinan con las cortinas en el cuarto del escritorio y que probablemente no leerá, son sólo para lucir. A penas salió de la tienda de libros, sabe que no tiene mucho que hacer, por lo menos nada importante, pero le gusta demostrar que tiene una vida ocupada, o al menos para justificar los lujos. Aunque les manda regalos a todos sus nietos e hijos para cumpleaños y navidades la vienen muy poco a ver. No sabe que hizo mal, quizás no hizo nada mal porque ni siquiera los crió, a veces nota que quieren más a la nana que a ella misma y no los culpa, pero le pesa, lo noto cuando se sienta a llorar sola en su dormitorio. Con los 60 acercándose, con un lifting a cuestas y varias sesiones de solarium se siente estupenda, pero sola. Compró el cuento de la clase y la sangre azul en algún momento de su vida...es rídiculo, pero lo cree aún, no sabe que la clase se nota, no con dinero, sino con la actitud en la vida, con la buena educación y el respeto al resto, no sabe que yo soy incluso más feliz, más feliz siendo solo la nana.


Esta historia es real, pasó en algún lugar un día.